Probablemente haya visto docenas de imágenes del nuevo coronavirus, ahora responsable de 1 millón de infecciones y decenas de miles de muertes.
Ahora, los científicos han encontrado una forma para que lo escuche: traduciendo la estructura de su famosa proteína espiga en música.
Los sonidos que escucha, las campanas sonoras, las cuerdas vibrantes, las flautas, representan diferentes aspectos de la proteína similar a las espigas que sobresalen de la superficie del virus y ayudan a que se adhiera a las células desprevenidas.
Como todas las proteínas, los picos están hechos de combinaciones de aminoácidos.
Usando una nueva técnica llamada sonificación, los científicos del Instituto de Tecnología de Massachusetts asignaron a cada aminoácido una nota única en una escala musical, convirtiendo la proteína completa en una partitura musical preliminar.
Pero en la vida real, estos aminoácidos tienden a enrollarse en una hélice o estirarse en una hoja.
Los investigadores capturan estas características alterando la duración y el volumen de las notas.
Las vibraciones moleculares debidas al calor también obtienen sus propios sonidos.
El nuevo formato puede ayudar a los científicos a encontrar sitios en la proteína donde los anticuerpos o medicamentos puedan unirse, simplemente buscando secuencias musicales específicas que correspondan a estos sitios.
Esto, dicen los investigadores, es más rápido y más intuitivo que los métodos convencionales utilizados para estudiar proteínas, como el modelado molecular.
Agregan que al comparar la secuencia musical de la proteína espiga con una gran base de datos de otras proteínas sonificadas, algún día podría ser posible encontrar una que pueda adherirse a la espiga, evitando que el virus infecte una célula.
En cuanto a los instrumentos, fueron completamente la elección de los investigadores.
En este caso, un koto japonés toca las notas principales, sonidos relajantes que pueden brindar algo de consuelo en un momento de problemas.
Fuente: Science Mag