Los robots tienden a funcionar con baterías y enchufes. Pero el RoBeetle es un poco diferente.
Este microbot del tamaño de un insecto (definido como que pesa menos de 1 gramo) funciona con metanol, un tipo de alcohol que se encuentra comúnmente en disolventes y anticongelantes.
Los combustibles líquidos como el metanol contienen más energía por unidad de volumen que las baterías, especialmente a pequeña escala.
Esto significa que los microbots que funcionan con metanol no requieren una fuente de alimentación externa adicional, como cables o campos electromagnéticos.
Por lo tanto, teóricamente podrían moverse con más autonomía que sus contrapartes eléctricas mientras conservan su minúsculo tamaño.
En un nuevo estudio, los investigadores diseñaron pequeños músculos artificiales que pueden contraerse y relajarse, como si fueran reales.
El sistema utiliza alambres de aleación de níquel-titanio cubiertos con un polvo de platino, que acelera la combustión del vapor de metanol.
Esto produce calor, lo que hace que los cables de las patas del robot se acorten y, después de enfriarse, se vuelvan a extender, impulsando el movimiento del RoBeetle.
El RoBeetle pesa solo 88 miligramos y puede transportar objetos hasta 2.6 veces su propio peso, informa el equipo en Science Robotics.
Puede transportar 95 miligramos adicionales de combustible, lo que podría alimentar al robot hasta por 2 horas.
También es capaz de trepar pendientes y navegar por superficies con todo tipo de texturas diferentes, incluido el vidrio, una colchoneta de espuma para dormir y una acera de concreto.
Los científicos ahora necesitan descubrir cómo repostar el robot para mantenerlo encendido continuamente durante períodos más largos.
Si pueden programar el RoBeetle para que se comunique con su operador humano, los microbots que funcionan con metanol algún día podrían actuar como polinizadores artificiales o ayudar en cirugías complejas.
Fuente: Science Mag