Pinchar los virus para matarlos. Esto, dicho de modo simplificado, es lo que han logrado científicos que han diseñado y fabricado una superficie capaz de mitigar el potencial infeccioso de virus mediante la acción mecánica, sin el uso de productos químicos.
El equipo responsable de este logro lo integran, entre otros, Vladimir Baulin, de la Universidad Rovira i Virgili (URV) en Tarragona, y Samson W. L. Mah, de la Universidad RMIT en Melbourne.
Esa superficie artificial, hecha con silicio, consta de una serie de minúsculas puntas que dañan la estructura de los virus.
La investigación ha permitido entender cómo funciona este proceso y determinar su efectividad en un 96%.
La aplicación de esta tecnología en entornos con presencia de material biológico potencialmente peligroso mejoraría la capacidad de control y haría los laboratorios más seguros para los profesionales que trabajan en ellos.
Este concepto de pinchar los virus para matarlos, que a priori podría parecer poco sofisticado, implica una gran capacidad técnica y una ventaja diferencial: alta capacidad viricida sin utilizar productos químicos.
El proceso de elaboración de las superficies empieza con una placa metálica lisa, que los investigadores bombardean con iones para retirar material de forma estratégica.
El resultado es una superficie llena de agujas de 2 nanómetros de grosor — cabrían 30.000 en el grueso de un cabello— y 290 de altura.
“En este caso, hemos utilizado silicio porque, comparado con otros metales, implica menos complicaciones técnicas”, explica Vladimir Baulin, investigador del Departamento de Química Física e Inorgánica de la URV.
Este procedimiento no es nuevo para Baulin, que lleva más de diez años estudiando métodos mecánicos para el control de microorganismos patógenos inspirados en elementos presentes en la naturaleza:
“Las alas de insectos como las libélulas o las chicharras presentan una estructura nanométrica capaz de perforar bacterias y hongos”, detalla.
En este caso, pero, la escala de las agujas tiene que ser menor para afectar los virus, que son un orden de magnitud más pequeños que las bacterias.
Es el caso del hPIV-3, objeto de estudio de la investigación, causante de infecciones respiratorias como la bronquiolitis, bronquitis o neumonía.
Los también llamados virus parainfluenza causan un tercio de las infecciones respiratorias agudas y se asocian a infecciones respiratorias de tracto inferior en niños.
“Además de ser un virus relevante epidemiológicamente se trata de un virus modelo, seguro de manipular, puesto que no causa enfermedades potencialmente mortales en adultos”, afirma Baulin.
Sobre el proceso por el cual los virus pierden capacidad infecciosa en contacto con la superficie nanoestructurada, el equipo investigador ha elaborado un doble análisis, teórico y práctico.
El equipo de la URV, formado por Vladimir Baulin y Vassil Tzanov, ha utilizado el método de elementos finitos —un método computacional que divide la superficie del virus y trata cada fragmento de forma independiente— para simular las interacciones entre los virus y las agujas y sus consecuencias.
Paralelamente, el equipo investigador de la Universidad RMIT ha llevado a cabo un análisis experimental práctico, exponiendo el virus a la superficie nanoestructurada y observando los resultados.
Los resultados de la investigación revelan una gran efectividad de este método para controlar los virus, incapacitando un 96% de los ejemplares que entran en contacto con la superficie en un periodo de seis horas.
El estudio ha confirmado que el efecto viricida de las superficies es debido a la capacidad de las agujas para dañar la estructura externa del virus e, incluso, perforar su membrana, destruyéndolo o incapacitándolo.
Fuente: ACS Nano