Se trata del primer ‘virívoro’, un microbio extremófilo (como los tardígrados) que obtiene energía y nutrientes del consumo de virus.
Una nueva prueba del fascinante mundo microbiano.
Un nuevo estudio liderado por el investigador John DeLong y sus colegas de la Universidad de Nebraska han descubierto que una especie de Halteria (ciliados microscópicos que prevalecen en los hábitats de agua dulce de todo el mundo) se alimenta de virus.
Al parecer, algunos animales han aprendido a comer ciertos virus y usarlos como alimento y energía.
Si bien los organismos más pequeños como las algas y las bacterias siempre han formado parte de la cadena de alimentación, los científicos se preguntaron si alguna especie habría evolucionado para comer virus también.
Dado que los virus se encuentran absolutamente en todas partes, es inevitable que los organismos los consuman de forma incidental.
Pero los virus deben aportar una cantidad significativa de energía o nutrientes a su consumidor para ser descrito como virívoro.
Para su experimento, los investigadores recolectaron muestras de agua de estanque, aislaron diferentes microbios y luego agregaron grandes cantidades de clorovirus, un habitante de agua dulce que infecta las algas verdes.
Durante los días siguientes, el equipo rastreó el tamaño de la población de los virus y los otros microbios para ver si estos últimos se estaban comiendo a los primeros. Y así fue.
El microbio Halteria usado en el experimento, es un género común de protista conocido por revolotear mientras sus cilios parecidos a pelos lo impulsan a través del agua.
Las muestras de laboratorio del ciliado no solo consumieron los clorovirus agregados a su entorno, sino que el virus gigante impulsó el crecimiento de Halteria y aumentó el tamaño de su población.
Las pruebas de laboratorio de los científicos demostraron, por tanto, que una dieta basada únicamente en virus, o “virívora“, puede respaldar el crecimiento fisiológico de un organismo e incluso el aumento de la población.
Además, en muestras de agua que no ofrecían otras fuentes de alimento para Halteria, el microbio creció unas 15 veces en dos días solo por comer el clorovirus.
Y lo que es más sorprendente aún: las muestras que no tenían virus no experimentaron ningún crecimiento.
Antes de introducir el virus a los ciliados, el equipo marcó parte del ADN del clorovirus con un tinte verde brillante para asegurarse de que Halteria realmente estaba consumiendo el virus.
Su vacuola, el equivalente ciliado de un estómago, comenzó a brillar de color verde inmediatamente.
Los virus son ricos en ácidos nucleicos, lo que significa que contienen mucho nitrógeno y fósforo, minerales esenciales para el crecimiento celular y el metabolismo.
Así que, en términos microbianos, este refrigerio es tan nutritivo como una ensalada de lechuga.
“Están hechos de cosas realmente buenas: ácidos nucleicos, mucho nitrógeno y fósforo”, dijo DeLong.
“Todos querrían comérselos. Seguramente algo habría aprendido a comer estas materias primas realmente buenas”.
Según DeLong, los ciliados en un pequeño estanque podrían consumir 10 billones de virus al día.
“Si multiplica una estimación rudimentaria de cuántos virus hay, cuántos ciliados hay y cuánta agua hay, se obtiene esta enorme cantidad de transferencia de energía (en la cadena alimenticia)“, expuso el experto.
“Si esto está sucediendo a la escala que creemos que podría ser, debería cambiar por completo nuestra visión sobre el ciclo global del carbono“.
Este experimento ha demostrado que este oligotrico saltarín (género Halteria) puede ser introducido como el primer virívoro conocido.
¿De qué manera afectará este hallazgo a la red alimentaria global, a la evolución de las especies y la resiliencia de las poblaciones?
Está claro que se ha abierto un nuevo camino para explorar.
Fuente: Gizmodo