Es fundamental profundizar en el conocimiento de los mecanismos de resistencia a las terapias antitumorales para poder mejorar la eficacia de los tratamientos.
El grupo liderado por Francisco José Iborra en la Unidad Mixta de Investigación del Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF), en España, estudia estos mecanismos de resistencia a las terapias oncológicas mediante líneas celulares derivadas de tumores humanos, a las que someten a tratamientos y en las que estudian los cambios que se han producido en las células resistentes.
“En este estudio hemos encontrado que un mecanismo que usan las células para evadir la quimioterapia es consecuencia de la respuesta al estrés que induce la quimioterapia”, explica Iborra.
Esta reacción desencadena la degradación de proteínas, que hace que la concentración de sus componentes básicos (aminoácidos) aumente dentro de la célula, induciendo, a su vez, la síntesis de proteínas.
Como resultado final, la célula reduce su tamaño y aumenta el recambio de proteínas.
“Este último punto es muy importante, ya que un alto recambio proteico es necesario para la plasticidad celular, ya que las células deben responder cambiando su fenotipo”, asegura el investigador.
Este estudio supone un importante paso, ya que abre la posibilidad a diseñar terapias combinadas más dirigidas y eficaces para el tratamiento del cáncer y mejorar, por tanto, los tratamientos actuales, aumentar la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes.
“Podremos diseñar terapias con inhibidores de síntesis de proteínas, o inhibidores de proteasoma o autofagia, que permitirán aumentar la eficacia de la quimioterapia”, sostiene el investigador del CSIC.
“En nuestro laboratorio hemos estudiado esta posibilidad y hemos observado que dichas combinaciones ejercen un efecto sinérgico positivo, lo que sugiere que dicha estrategia podría ser útil para el tratamiento de tumores resistentes a la quimioterapia”, destaca el científico.
“Pero antes de pasar al ámbito clínico, debemos de probar estas combinaciones en modelos animales”, remarca.