La música puede tener un fuerte efecto sobre nuestras emociones. Los estudios han demostrado que escuchar música grabada estimula los procesos emocionales e imaginativos de nuestro cerebro.
Pero ¿qué ocurre cuando escuchamos música en directo, por ejemplo, en un festival de música, en la ópera o en un concierto de folk?
¿Nuestros cerebros responden de forma diferente según se trate de música en directo o en streaming?
Un equipo de investigadores de la Universidad de Zúrich (Suiza) dirigido por Sascha Frühholz, catedrático de Neurociencia Cognitiva y Afectiva, ha estudiado esta cuestión.
Él y sus colegas investigaron los efectos de la música en directo y de la música grabada en los procesos emocionales del cerebro humano.
Realizaron un elaborado experimento en el que un pianista cambiaba la música en directo que estaba tocando para intensificar las reacciones emocionales en la amígdala, el centro emocional del cerebro.
Durante el experimento, los investigadores utilizaron imágenes de resonancia magnética para medir en tiempo real la actividad en la amígdala de los veintisiete oyentes y del intérprete.
Basándose en estas mediciones, el pianista adaptó inmediatamente su interpretación para intensificar aún más las emociones del público.
Para comparar las reacciones, se puso a los oyentes una grabación de la misma música interpretada por el mismo músico, pero sin el bucle de neurorretroalimentación.
“Nuestro estudio demostró que las emociones agradables y desagradables interpretadas como música en directo provocaban una actividad mucho mayor y más consistente en la amígdala que la música grabada, afirma Frühholz.
Y añade: La interpretación en directo también estimuló un intercambio de información más activo en todo el cerebro, lo que apunta a un fuerte procesamiento emocional en las partes afectiva y cognitiva del cerebro” .
Los investigadores de la Universidad de Zúrich también analizaron cómo la música de un piano se alineaba con la actividad cerebral del público.
Solo cuando este escuchaba la actuación en directo se observó una fuerte sincronización entre la experiencia emocional subjetiva y el sistema auditivo del cerebro, que evalúa la música según su calidad acústica.
Además, solo la música en vivo mostró un acoplamiento fuerte y positivo entre las características de la interpretación musical y la actividad cerebral de los oyentes.
La gente siempre ha utilizado herramientas e instrumentos para hacer música en directo.
No fue hasta los avances tecnológicos de principios del siglo XX cuando la música pudo grabarse en dispositivos y ponerse al alcance de todo el mundo.
Sin embargo, incluso hoy, a pesar de las plataformas de música por streaming y de los altavoces y auriculares de alta calidad, la experiencia social de asistir a un concierto en directo no puede reproducirse.
“Quizá esto se deba a las raíces evolutivas de la música, comenta Frühholz.
Y añade: La gente quiere la experiencia emocional de la música en directo. Queremos que los músicos nos lleven en un viaje emocional con sus interpretaciones“.
Fuente: PNAS