Dos investigaciones han descubierto el truco que usan varios microbios y bacterias para adquirir resistencia a un antibiótico, la rifampicina.
La resistencia a antibióticos es una amenaza cada vez mayor que puede permitir la aparición de súpermicrobios, microorganismos resistentes a múltiples fármacos.
Gracias a una feliz coincidencia, Fleming descubrió que la penicilina era capaz de impedir el crecimiento de algunas bacterias, y así se desarrolló el primer antibiótico.
Desde entonces, la ciencia y la medicina sufrieron una revolución profunda y rápida.
Gracias a los antibióticos, las infecciones que eran letales y graves se convirtieron en enemigos derrotados de forma cotidiana, al menos en el mundo desarrollado.
Pero con la popularización de los antibióticos, y su uso indiscriminado y no regulado tanto en medicina como en ganadería, comenzaron a aparecer cada vez más microbios resistentes.
Estos patógenos son capaces de tolerar elevadas dosis de fármacos, o bien se las apañan para inactivarlos.
Además, en ocasiones surgen microbios resistentes a varios fármacos, de modo que se están desarrollando «súperbacterias» que amenazan con convertir a enfermedades olvidadas en una amenaza actual, si el ser humano no lo evita antes.
Dos investigaciones realizadas recientemente tratan de impedirlo.
Tal como han concluido dos estudios publicados en «Journal of biological Chemistry» y «PLOS One», el antibiótico rifampicina, usado contra la lepra, la tuberculosis y la legionelosis, está perdiendo eficacia a causa de una enzima, la rifampicina monooxigenasa.
Pero gracias a sus esfuerzos, han logrado entender cómo funciona esta enzima y qué estructura tiene, lo que permitirá en un futuro diseñar un fármaco para luchar contra ella y acabar con este mecanismo de resistencia frente a este antibiótico.
«Hemos logrado reconstruir la estructura de la enzima (…)
Tenemos información detallada de su mecanismo de acción y del que usan otras enzimas de su misma familia», ha explicado en un comunicado Pablo Sobrado, investigador en la Universidad Estatal de Virginia (Estados Unidos).
«Todo esto es importante para diseñar nuevos medicamentos».
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Otra de las investigadoras que ha sido clave en este trabajo, la egipcia Heba Adbelwahab, ha explicado que estos estudios son el primer paso necesario para inhibir la acción de esta enzima y evitar la resistencia al antibiótico rifampicina.
Esto es fundamental, puesto que en su opinión «la resistencia a antibióticos es uno de los mayores problemas de la medicina moderna».
La rifampicina es un antibiótico que se ha usado durante más de 40 años para luchar contra varias bacterias que causan la lepra, la legionelosis y la tuberculosis.
Se trata de enfermedades tratables pero que son una auténtica amenaza en personas mayores y en niños sobre todo en países donde no hay acceso a los antibióticos.
La rifampicina es antibiótica porque bloquea la transcripción de ADN, un paso fundamental para la supervivencia de la bacteria e implicado en la síntesis de ARN, a su vez una etapa fundamental para la producción de proteínas.
Pero las variedades de bacterias resistentes, son capaces de evitar que el antibiótico bloquee su crecimiento.
El truco de estas bacterias es una enzima, la rifampicina monooxigenasa.
Tal como su nombre indica, este complejo es capaz de hacer un cambio químico en el antibiótico (añadiendo un grupo hidroxilo, -OH) para dejarlo inoperativo.
Pero gracias a los estudios publicados se ha hecho todo un «retrato robot» de esta enzima.
Se analizó su estructura, con la técnica de la cristalografía de rayos X, y se estudió su bioquímica, para entender cómo funciona este complejo.
Ahora, solo queda diseñar un fármaco para «proteger» a la rifampicina y permitir que este antibiótico siga siendo eficaz.
Y así evitar la amenaza de las «súperbacterias».
Fuente: ABC