El cáncer de páncreas es uno de los más virulentos que se conocen. Es por eso que uno de los equipos de investigadores involucrados en la búsqueda de una vacuna contra el cáncer lo eligieron como campo de pruebas para estas tecnologías.
Ahora la fórmula se muestra prometedora en un pequeño ensayo clínico realizado.
La fórmula en cuestión es una vacuna de ARN mensajero (mNRA) semejante en su funcionamiento a algunas de las vacunas empleadas en la lucha contra la pandemia causada por el Covid.
La vacuna ha sido puesta a prueba en un pequeño ensayo clínico con 16 pacientes y los resultados, según los expertos son “prometedores”.
Ocho de los pacientes desarrollaron una respuesta inmune contra sus tumores y no mostraron una recaída durante el tiempo que duró el estudio.
Las recaídas son precisamente uno de los grandes problemas a los que se enfrentan las personas afectadas por el cáncer pancreático; la reaparición de los tumores suele darse a los 13 meses en promedio, mientras que los ocho pacientes llegaron a los 18 meses sin volver a desarrollar tumores.
“Estos emocionantes resultados indican que podríamos ser capaces de utilizar vacunas como terapia contra el cáncer de páncreas” aseguraba en una nota de prensa Vinod Balachandran, uno de los autores del estudio.
En ella también se explica que los investigadores se encuentran ya preparando el siguiente ensayo, que podría comenzar en agosto.
Y es que el estudio corresponde la primera fase de los ensayos clínicos de este tratamiento.
Esta fase está enfocada principalmente a constatar la seguridad del tratamiento (de ahí que se realice con un número limitado de participantes), pero también puede servir para obtener una primera evaluación de la efectividad del tratamiento.
El análisis fue realizado por un amplio equipo de investigadores liderado por investigadores del Memorial Sloan Kettering Cancer Center.
En él se explica que el tratamiento administrado combinó la vacuna con quimioterapia y con otro compuesto destinado a reducir la capacidad de los tumores para evadir la respuesta inmune incitada por la vacuna.
Las vacunas desarrolladas contra el cáncer suelen diferenciarse de las vacunas “tradicionales” en que no tienen el objetivo de “entrenar” a nuestro sistema inmunológico a priori, antes de contraer la enfermedad, sino de fortalecer a este sistema una vez se ha diagnosticado el cáncer.
Estas vacunas se inoculan a posteriori para permitir al sistema inmune atacar al cáncer ya existente o potencialmente recurrente.
En el caso de esta vacuna, su función es la de evitar que, tras ser extraído el tumor, el cáncer reaparezca.
Estos tratamientos se crean de manera “personalizada” para adaptarse a las características genéticas de cada tumor.
El proceso comienza con una biopsia, es decir, tomando una muestra del tumor.
Tras examinar las características genéticas de las células tumorales, los expertos identifican una serie de mutaciones específicas, especialmente aquellas vinculadas con las proteínas situadas en la zona externa de la célula.
Tras ello se crea una cadena de ARNm que permita a nuestro cuerpo crear proteínas semejantes a las codificadas por estos genes.
Estas proteínas (o neoantígenos) alertan al sistema inmune que comienza a generar una respuesta.
En el caso de la vacuna contra el cáncer pancreático, esta respuesta viene dada por las células T, unos glóbulos blancos capaces de combatir no sólo infecciones sino también el cáncer.
Hace unas semanas, Paul Burton, director médico de Moderna, aseguraba en una entrevista al diario británico The Guardian que las vacunas contra el cáncer podrían estar disponibles hacia finales de esta década.
Explicaba que la pandemia había acelerado notablemente, hasta el punto de avanzarse en cuestión de meses lo que habría requerido años en condiciones normales.
Todo gracias a los avances que nos dieron las vacunas contra el Covid-19.
La nueva vacuna no es la primera en resultar resultados prometedores. Un tratamiento semejante se encuentra ya en desarrollo para atacar el melanoma, un cáncer de piel.
Desde antes de la pandemia diversos equipos se encuentran manos a la obra en el desarrollo de vacunas contra el cáncer basadas en el mRNA.
Ahora sus trabajos comienzan a dar frutos, pero aún hay margen de mejora.
Entender qué factores son los que hacen que algunos pacientes muestren progreso y, especialmente, qué factores hacen que otros pacientes no, es uno de los pasos lógicos.
Mejorar la capacidad de identificar los neoantígenos óptimos para desarrollar el proceso podría esconder la clave para la mejora de esta nueva tecnología.
Fuente: CNN
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